lunes, 7 de febrero de 2011

La hora de Oriente Medio

Oriente Medio vive momentos convulsos desde que el pasado 17 de diciembre Mohamed Bouazizi, joven tunecino de 26 años, encendiera la chispa necesaria para agitar a las masas contra los regímenes que las oprimen desde hace décadas. Su suicidio fue un acto desesperado ante una situación cada vez más difícil para todo Túnez, pero en especial para los jóvenes universitarios.

Sin posibilidad de encontrar un trabajo cualificado, Bouazizi se dedicaba a vender verduras para mantener a su familia, hasta que este le fue arrebatado por la policía. No pudiendo aguantar más, se prendió fuego. Todo el país recogió su testigo, y se alzo en rebelión para acabar con Zine El Abidine Ben Ali, el dictador que oprimió al pueblo tunecino durante más de dos décadas.

La revuelta efectivamente, logró la huída de Ben Ali y el contagio a los países colindantes. Caso significativo en estos días es el de Egipto, donde Hosni Mubarak mantiene ya desde hace dos semanas el pulso contra el pueblo egipcio, aferrándose al poder contra viento y marea, mientras la situación se recrudece por momentos. El hambre, la sangre y la furia campan a sus anchas en el país de los faraones.

Es difícil vaticinar un resultado cuando los acontecimientos se están viviendo aún, así como resulta imposible discernir si las revueltas traerán lo que de verdad el pueblo quiere, o tanto sólo serán un espejismo en medio del desierto. El pueblo ha de tener la libertad de elegir lo que desean para ellos mismos, y sus consecuencias afectarán al resto del globo.

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